Saint Seiya Reloaded
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 Ficha de Alexandros

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AutorMensaje
Alex / Hades
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Alex / Hades

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God Sapuri de Hades
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MensajeTema: Ficha de Alexandros   Ficha de Alexandros Icon_minitimeJue Feb 02, 2012 9:32 pm

Nombre del personaje: Alexandros

Sexo: Masculino

Signo zodiacal: Geminis

Lugar de nacimiento: Villa Rodorio, Grecia

Lugar de entrenamiento: Grecia

Edad: 25

Imagen:

Spoiler:

Descripción Física: Alexandros es un hombre entre sus tempranos 20, esbelto y poderoso. Tiene músculos marcados y proporcionados y una altura más que apreciable. Su piel ligeramente paliada por los años ocultos al solo, contrasta con su larga y oscura cabellera, la cual alguna vez fue azul eléctrica, pero que desde que cedió a la influencia de Hades, fue ennegreciéndose, hasta adoptar su actual tonalidad. Esta se extiende de forma lacia en diversidad de mechones que caen hasta la altura de la cintura dejando revueltos un par de ellos más cortos sobre su rostro. Porta unos ojos azules hielos comúnmente inyectados en sangre, cuya mirada paralizada hasta los más valientes. En general, posee una fuerte apariencia leonina en todo su contexto, que, junto con su poder, le da un aspecto majestuoso, justificando el título de “dios”

Descripción Psicológica: Antes de su posesión, Alexandros era el ideal de Santo: inteligente, medido, sabio, honrado, justo, bondadoso. De hecho, a veces su corazón era tan bondadoso y puro, que se negaba a pelear si no lo veía absolutamente necesario y siempre era magnánimo con sus adversarios, con lo cual hacía dudar si merecía realmente su armadura. Solía frecuentar su villa natal, donde era tenido prácticamente como un dios.
Su único “defecto” era el amor prohibido que sentía por su maestra Nixie, un amor completamente platónico pues su mente casta ni siquiera concebía sentir deseo carnal para un ser tan hermoso como era su tutora. Aunque ella jamás lo supo, ese sentimiento inmensamente poderoso fue el motivador de sus más grandes logros, incluso el resistir la posesión de Hades.
Pero con la muerta de Nixie, su corazón abrazo la obscuridad. Cedió a las malignas influencias, con tal de ver a su amor nuevamente, aunque para eso vendió su alma. Su corazón ahora carece de calidez o empatía, y cree que los humanos merecen el castigo eterno, pues ni las torturas que los esperan en el Más Allá los hacen dudar de sus criminales actos, como la muerte de su amada. Armado de conocimientos y astucia, está dispuesto a vencer cualquier obstáculo con tal de lograr su venganza e impartir su justicia. Aunque poseído por el Dios del Más Allá, consiguió mantener parte de su personalidad individual, aunque despojada casi de cualquier humanidad y repleta de odio por el Santuario que mancillo el nombre de la mujer que tanto esfuerzo brindó por una diosa vana.
Las únicas veces que un eco de su personalidad antigua regresa, es cuando está en cercanías de su querida Yzera. Más ni eso basta para devolver la piedad a su corazón devastado y consumido por el odio y la ira.

Otros detalles: Alguna vez fue el Santo de Oro de Géminis, por lo que conoce todas las técnicas de este, además de los conocimientos que vienen con dicho cargo.

Historia: Alexandros y su hermano gemelo nacieron bajo la protección de Géminis, en la Villa Rodorio, allende al Santuario, siendo el primero el mayor de los dos. Hasta los 5 años, fueron uno de tantos niños jugando en la calle, al cuidado de una matriarca, ya que su madre murió durante su parto y su padre los había abandonado.

Al cumplir la referida edad, el Patriarca, que sabía de su nacimiento gracias a las estrellas, los vino a buscar para llevarlos al Santuario. Los niños no podían estar más gozosos: desde siempre los Santos habían sido sus héroes y ahora tenían la oportunidad de ser uno de ellos.

Pero pronto se noto su desilusión al saber que solo uno de ellos podría vestir la armadura dorada, mientras que el otro debía resignarse a ser su sombra o elegir una armadura de rango menor. Esto origino un sutil distanciamiento de los hermanos que poco a poco comenzaban acentuar sus diferencias.

Mientras Alexandros eran gentiles y amables, evadiendo el combate si podía, su hermano era más aguerrido y con una personalidad más fuerte y firme. Ambos tenían el mismo potencial para ser santos, pero cada uno creía que el otro era mejor y más digno. Alexandros admitía este hecho públicamente, aunque se esforzaba en los entrenamientos. En tanto, su hermano lo ocultaba y muchas veces le remarcaba que tenía que ser menos compasivo y más firme.

A su vez, Alexandros tenías dudas acerca de cómo podía ser un Santo y tener que pelear para conseguir la paz. ¿Cómo podía ser aquello considerado justo? Solo su maestra podía calmar las dudas de su puro corazón.

Su maestra era Nixie, el Santo Femenino de Oro de Cancer. Aunque exigente, ella siempre tenía una sonrisa para sus “hermanitos” como llamaba a sus discípulos, y Maia, una chica huérfana que recogió en uno de sus viajes, y siempre tenía una visión positiva de las cosas. Cuando Nixie reía, todos reían con ella y cuando sonreía, hasta el corazón más oscuro se relajaba ante el gesto. Alexandros siempre la adoró, no como maestra madre o hermana, sino como su propia diosa. De hecho, él quería conseguir la armadura para que lo viera como su igual, y un día confesarle sus sentimientos.

Pero el camino era duro y había muchos obstáculos que superar. Además, había una antigua superstición en el Santuario, que el hermano menor de los nacidos bajo el signo de Castor y Polux, era siempre un demonio. Eso fomentaba un buen trato hacia él, pero no hacia Areos, quien empezó a guardar rencor por aquello.
Una tarde, teniendo 8 años, se encontraba meditando cerca de las ruinas de la Acrópolis griega. Se hallaba muy nervioso, pues en esa edad es en la que se decidiría si obtendría o no la armadura, por lo cual había decidido tratar de calmar su mente de la forma que su amada maestra le había enseñado. Se hallaba concentrado en esa tarea, cuando una joven de bella apariencia y negras ropas, lo sorprendió hablándole desde la espalda.
Aunque sus palabras eran de halago, el niño se asusto mucho, ya que se suponía que nadie debía poder encontrarlo. La desconocida lo calmo con dulces palabras y hablándole que tenía un gran futuro. Él le pregunto cómo sabía acerca de su entrenamiento como Santo y ella se rio y le explico que no se refería eso.
Quedo confundido por su respuesta y más confundido cuando ella se acerco y le coloco un pendiente en forma de estrella plateada. Antes de preguntarle algo, sus labios fueron sellados por un beso: el primero de su vida. Algo dentro de él se revolvió, algo oscuro, tenebroso...poderoso, que lo sumió en una especie de catatonia, en la cual no advirtió como la joven se retiraba prometiéndolo que lo volvería ver.
A nadie comentó jamás lo sucedido, y tampoco le quiso explicar a nadie, ni siquiera a su hermano, de donde saco el pendiente. Su comportamiento comenzó a cambiar: sus sueños se transformaron en visiones cada vez más horrorosa y hasta una voz interior comenzó a hablar, comenzando a hacerle dudar de sus creencias más firmes. Más él siguió firme en su camino, decidido por el amor a su querida Nixie, a enfrentar cualquier obstáculo.

Finalmente, obtuvo la armadura, convirtiéndose en un orgullo santo de oro. Aunque joven, ya podía considerarse un camarada de armas de su idolatrada Nixie. Estando sus casas protegidas, eran frecuentes las visitas entre ellos. Lo que lo entristecía era el hecho que su hermano, al fallar en obtener su armadura, se marchara de la isla.

Día tras día combatía la oscura influencia que sobre él ejercía el poder del inframundo. Era su más vergonzoso secreto, pues ya ahora entendía que tenía relación con Hades, pero se negaba a rendirse. Sabía que, de evitar caer en la tentación, evitaría la Guerra Santa, y era su apasionado amor por Nixie que le daba la fuerza para resistirlo y así que un día ella se sintiera orgullosa de él.

Pero poco le duró la felicidad. Un día, su mundo cambió totalmente: Nixie, el amor de su vida, murió a manos de un dorado. Los detalles eran oscuros, y poco se difundieron, pero pudo averiguar la verdad: había sido asesinada por traidora. Eso aclaraba porque no quería el Patriarca que se supiera, ya que hacía poco la había elegido como su sucesora, y causaría escándalo de saber que tan poca moral tenía aquella candidata.

Más Alexandros había visto como ella se había esforzado duramente en cuerpo y alma, a servir la voluntad de Athena. ¿Cómo se atrevían a decir que ella era traidora? Hasta su propio hermano estaba de acuerdo con él, como le hizo saber al enterarse la noticia, pero el Santo estaba seguro que su gemelo no tenía la misma ira que él ¿De qué servía pelear por el bien y la justicia, si aquellos paladines recibían semejante trato? La obscuridad de su corazón al fin encontró un camino para invadir su mente, a través de la ira y comenzó a conducirlo hacía su oscuro destino.

El saber, poco después, que aquella a quien consideraba su hermana, Maia, era la mismísima encarnación de Athena solo sirvió para fortalecer su odio. Su maestra había sido quien encontró a la huérfana, y la trajo al Santuario ¿Y la habían llamado traidora? ¿Y esa chica, que tenía el poder de los dioses… permitía que el crimen de Nixie siguiera impune?
Alguna vez, teniendo 18 años, volvió a cruzarse con la joven y la ira, fomentada por el alma de Hades al ver su inmortal enemiga, se desató finalmente. Discutió agresivamente con la mujer, su cosmos empezó a emerger solo, emanando olas de obscuridad. El propio Pope intervino y amonesto severamente al joven, ya que había percibido la furia asesina que lo embarga, y lo desterró por 5 años. Aún iracundo, se marcho del Santuario, dejando su armadura atrás, fiel señal del odio que había germinado en su corazón.
Dos años viajo, hasta que en su camino, se cruzo una con persona que casi había olvidado: aquella bella joven, que en esta ocasión se presento como Pandora. Le dijo que lo había estado observando, que sabía lo que estaba sufriendo, y que era hora de que cumpliera su gran destino. Lo convenció de ir a un lugar que quedaba bastante alejado, más allá de Grecia. Él entendió lo que ella pretendía, pero hubo argumento que lo persuadió: obtendría el poder para revivir a su amada Nixie
Al parecer, la adolecente tenía alguna aptitud cósmica, pues cuando se dio cuenta, se encontraban en otro sitio, muy diverso, a donde a lo lejos se advertía un castillo. Lo guía hacía un pabellón que parecía cerrado desde hace mucho tiempo y le indico que debía ingresar allí. Casi como si estuviera en un sueño, le hizo caso e ingreso al recinto. Al iluminar la luz de día su interior, pudo ver que tal como se veía de afuera, era una sola habitación pequeña. En el piso, estaba dibujado un pentagrama y en el medio de este, estaba clavada hasta la mitad una espada, de decorada empuñadura, la cual lo atrajo como si fuera el eje de su nuevo mundo.
Con reverencia, casi con miedo, empuño el arma y de un solo gesto, la extrajo de su vaina de piedra. Al hacerlo, una cascada de recuerdos lo inundó, recuerdo de cientos de vida y reencarnaciones. Su cabello se oscureció hasta la raíz y cuando al fin reacciono, ya no era Alexandros, el Santo de Geminis…. Era el poderoso avatar del Dios del Inframundo.
Con sus nuevos poderes, pudo revivir a su amada Nixie, con un cuerpo en plena juventud. Pero temiendo que sus recuerdos interfirieran en sus planes, uso el agua del Rio Leto para borrarle sus memorias, y la convenció de ser Yzera, el Juez de Wyvern. Junto con ella y su fiel Pandora, preparó su venganza con frialdad. Ahora, luego de 5 años, al fin está listo para derrocar al Santuario que repudió a su amor, y sumergir al mundo en la perpetua obscuridad.
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