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Individuo sumamente inteligente y astuto, sumamente observador y en constante aprendizaje que le otorga una perspicacia para adaptarse a la situación y a su oponente. Es preciso y un estratega por naturaleza. Suele ser severo y una persona que no gusta de socializar con la gente, a veces suele ser frío e hiriente en tratar a las personas. Tiende a tornarse en alguien salvaje cuando se ve reemplazado en combate y suele tener un irresistible y extraño placer al combatir con enemigos poderosos. Su convicción y su deseo combativo es inmenso pero nunca sin ser precavido. Posee una fuerte lealtad inigualable y posee un profundo, implícito y feroz rencor contra los athenienses y los asgarianos. Cree en el honor y respeta a su oponente a pesar de sus intenciones

En las gélidas tierras de Asgard, en medio de una feroz tormenta de nieve, nació Echios. Su familia fue alguna vez famosa, reconocida porque en ella nacieron grandes guerreros, devotos de su país, que se transformaron en héroes en cada guerra. Pero la fama trae enemigos y así, gracias a las conspiraciones palaciegas maliciosas y el sacrificio económico que implicaba para dicho clan el ayudar a los supervivientes de cada conflicto bélico, cayeron en decadencia. Su lugar fue ocupado por una rama de esta, sus primos, mientras ellos quedaron en la pobreza

Más, el viejo fuego vikingo ardía en las venas de Echios, y desde que tuvo uso de razón, se fijó como objetivo convertirse en un gran guerrero, un héroe de su país como sus antepasados y devolverle la gloria a su clan. Pobre de cuna desde pequeño debió aprender a valerse por si mismo para sobrevivir y al mismo tiempo, aprendió a combatir rústicamente para entonces buscar enfrentarse a seres poderosos con los que sentía que podía lograr ser aún más fuerte. Queriendo entrenar no solo su cuerpo, sino también su mente, para saciar su sed de conocimiento llegó a
veces a robar del mismo castillo Valhalla los libros sobre historia y mitos de esa tierra y del mundo. Así, aprendió que más allá de los parajes helados, existían otras tierras, un mundo entero esperando ser descubierto. Una vez que venció a todo aquel que pudo enfrentarse en Asgard, sea hombre o bestia, decidió explorar aquel “otro” mundo y salió de su patria.

Durante su viaje, encontró a muchos oponentes a que enfrentarse. A varios los derrotó, pocos lo derrotaban, a veces con facilidad, pero siempre aprendía con la ayuda o sin ella, de las gentes a quien enfrentaba. Gracias a ello, pudo adquirir grandes habilidades que lo llevaron a ser un guerrero formidable y con cierta fama. Sus viajes le mostraron un mundo completamente diferente lo que le llevó a entender lo que es la misericordia, la camaradería y la necesidad de aprender algo nuevo eternamente. Así como viajaba para aprender, también vio guerras y luchas sin sentido, lo que le enseñó a comprender que si su fuerza servía para devolver la paz a otros, entonces su tierra también lo necesitaría, recordando con ello a los suyos y a quienes guardaba rencor por los sufrimientos de su familia.

Regresó, entonces, a Asgard, esperando aplicar todo lo aprendido para ser un gran héroe. Aún joven, pero mucho más fuerte y sabio que cuando salió, arribó en un momento oportuno. Su patria tenía en ese momento un enfrentamiento contra Poseidón, el soberano del océano que reclamaba una vez más a esa tierra como suya. Echios fue uno de los escogidos para convertirse en un Dios Guerrero, y combatir junto a sus camaradas y los Santos de Athena, que el Santuario había enviado en su auxilio.

Por ironías de la vida, su más grande sueño, volverse un héroe que devolviera a su familia su fama, no podía ser: su destino era portar la robe de Alcor y por lo tanto, su existencia sería un secreto y sus hazañas se atribuirían al portador de Mizar. Aún más, por lo que había escuchado, este permanecía al clan de sus primos. Alguna vez, esto hubiera provocado su ira, pero ya entendía el espíritu altruista de sus antepasados: antes que la gloria, estaba su patria y por eso, aceptó esto con humildad.

Pero aún le faltaba saber algo más. Cuando al fin contempló desde las sombras a su doble…descubrió el enorme parecido físico entre ambos. Averiguando aún más, descubrió que era su hermano gemelo: que cuando nacieron, sus primos adoptaron al mayor de los dos. Su propio hermano… trayendo gloria al clan que había conspirado en contra de ellos. Fue un duro golpe, pero se dijo que esa cuestión debía resolverlas luego de la guerra.

La guerra continúo. El enfrentamiento era duro, los Marinos eran muchos y comandados por sus Generales, eran temibles. Más las fuerzas aliadas no cedían terrenos. Mucho se habló de la gran pericia del Dios Guerrero de Zeta, quien llevaba a cabo muy grandes hazañas y las más peligrosas de las misiones. Poco podían saber que en mucho del crédito era de su hermano, quien evidenciaba en cada oportunidad el gran guerrero que era

En una ocasión, el guerrero de Mizar y el Santo de Tauro fueron a una misión secreta. No había podido oír los detalles, pero, fiel al deber de ser sombra, los siguió. En un momento, observó que entre los dos, se armó una discusión y el Santo parecía dispuesto a atacar a su gemelo. Inmediatamente Echios intervino, pero a su sorpresa, el dorado parecía preparado y lo atacó inmediatamente. El impacto fue como si lo hubiera atropellado una manada de toros y aún logro amortiguando el golpe, su rival ya se preparaba para atacar. Aunque logró contraatacar y herir gravemente a su rival, el daño de la técnica era mayor que el esperado y recibió fatalmente un segundo golpe.

Su mirada se dirigió a su hermano, el cual se mantenía inmóvil durante el combate. Este lo contemplo un momento y desvió la vista, pero ya lo había visto en sus ojos: él sabía. Supo siempre de su existencia, lo utilizó para obtener gloria y ahora que la guerra estaba por acabar, se había complotado para llevarlo a esta trampa, para que el Santo lo matase. El odio llenó su corazón… y maldiciendo a los santos traidores y a los que creyó sus compañeros de armas, expiró. Una ignominiosa muerta para quien fuera, quizás, el mejor guerrero de su generación.

Lo que él desconocía, es que el alma de un espectro residía en él. El dorado se había percatado de ello y había convencido a su hermano de realizar aquella celada. Este se había opuesto vehemente, e incluso a último momento intento evitarlo, lo que le había llevado a la discusión que observó Echios. Pero sabiendo que era lo mejor, tal vez para el mundo, permitió que mataran a su único familiar. Luego de eso, renuncio a su manto y se convirtió en un pobre ermitaño hasta el día de su muerte.

Aunque la vida de Echios como Dios Guerrero hubiera acabado, no ocurría lo mismo con su destino como Espectro.
Alexandros, ni bien asumió su rol como Emperador, hizo un trato con este. Le dio una copa llena de agua y le prometió que al beberle, tendría una nueva vida, dejando el pasado atrás, olvidando todo para empezar de nuevo. El nórdico aceptó, y bebió del contenido, sin saber lo literales que eran las palabras del sombrío dios.

En efecto, aquella copa estaba llena de agua del Rio Lete, lo que hizo que todas sus memorias desaparecieran. Sin recordar quién era, fácil fue convencerlo para que se uniera a las huestes del Inframundo, siendo que una parte de él siempre estuvo destinado a serlo. Encarnado en carne y hueso nuevamente, fue sometido a un estricto entrenamiento, destinado a moldearlo en un combatiente extraordinario y completamente leal a Alexandros. Gracias a la memoria muscular, aún sabía cómo invocar su cosmos, el cual ahora crecía alimentado por aquel odio que había tenido al morir, tan extraordinario que el Agua del Olvido no lo pudo borrar…. O el Amo del Inframundo no quiso que lo hiciera

Cinco años más tarde, ya ha completado su entrenamiento. Con un poder semejante a los kyotos, su cosmos es una flama oscura de odio que desea quemar todo a su paso. Resurgido entre los muertos, es lógico que porte la Surplice de Bennu, el fénix egipcio, así como portar el nombre de Pride, el orgullo del Inframundo. Élite entre los de su clase, es probablemente lo más cercano a un hijo del Emperador, por la atención que ha dedicado este a su formación, devolviéndoselo el guerrero con una feroz devoción e inquebrantable lealtad.